martes, 30 de abril de 2013

INTRUMENTOS UTILISADOS EN LOS TIEMPOS DE LOS PLANOS CARTOGRAFICOS

Instrumentos cartográficos


Ballestina
La ballestilla fue la última invención náutica de la época de los grandes descubrimientos geográficos. Es un instrumento muy sencillo para medir ángulos. Permite determinar la altura de un astro por encima del horizonte, y con ello calcular la latitud. Se la conoce también como "palo de Jacob", cruz geométrica o varilla de oro.
El célebre marino Pedro Sarmiento de Gamboa midió distancias lunares con la ballestilla para estimar la longitud a la que se encontraba, en una ocasión en la que se perdió en alta mar, en medio de una gran tormenta (1580).
Quizá exista antes del astrolabio, pero la noticia más antigua que tenemos de la ballestilla es una descripción de ese instrumento que hizo un judío catalán llamado Levi ben Gerson en 1342.
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Ballestina
La ballestilla es una vara de madera sobre la que se desliza una vara cruzada más pequeña.
El marino aplicaba el ojo en un extremo del instrumento, dirigía éste hacia la estrella cuya posición quería medir y deslizaba la vara cruzada hasta que la parte inferior de ésta coincidía con el horizonte y la superior con la estrella.
La altura de la estrella (ángulo que forma con el horizonte) se leía directamente en una graduación grabada en la vara principal.
Los marinos —sobre todo los españoles y los portugueses— usaban la ballestilla para determinar la latitud a la que se encontraban midiendo la altura de la estrella polar sobre el horizonte (la altura de Polaris sobre el horizonte es una buena medida aproximada de la latitud.
Cuadrante
Otro instrumento para medir ángulos en el cielo. Se llama cuadrante porque consiste en una placa metálica en forma de cuarto de círculo.
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Cuadrante
En uno de los lados hay dos mirillas (para dirigirlo hacia el astro deseado) y el arco está graduado. Del vértice cuelga una plomada que indica la dirección vertical.
La lectura se obtiene de la posición de la cuerda de la plomada sobre el arco graduado.
Fue otra mejora en la solución del problema de hallar la situación geográfica del buque. Permitió obtener mayor precisión al sustituir las regletas de las ballestinas por arcos graduados.
El cuadrante se aplicó a la astronomía y a la navegación. Los astrónomos lo usaban para medir la altura de los astros por encima del horizonte. Los marinos lo usaban sobre todo para determinar la latitud a la que se encontraban (midiendo la altura sobre el horizonte de la estrella polar o del sol del mediodía) y para determinar la hora (midiendo la altura del sol).
Un cuadrante, como cualquier instrumento graduado, es más preciso mientras más grande es. Para la navegación bastaban cuadrantes pequeños que un marino podía sostener fácilmente.
En el siglo XVI el astrónomo danés Tycho Brahe, excéntrico millonario que construyó un castillo en una isla para hacer observaciones astronómicas, fabricó cuadrantes de hasta dos metros de radio. Se necesitaban varias personas para moverlos, pero con ellos Tycho obtuvo las observaciones astronómicas más precisas que se habían hecho hasta entonces. Las mediciones de Tycho Brahe le ayudaron a Johannes Kepler a descubrir que las órbitas de los planetas tienen forma elíptica.

los primeros planos cartoraficos de navegacion

Las cartas portulanas mediterráneas de los siglos XIV y XV
(NOTA: Este artículo está siendo actualizado y ampliado
Última actualización: 17 de Agosto de 2009)
A finales del siglo XIII apareció en Europa una nueva cartografía, de carácter estrictamente útil, circunscrita al ámbito de la navegación. Llegó impulsada por el uso generalizado de la brújula y desarrolló un tipo de cartas náuticas basadas en cálculos serios de la posición del navío y la distancia entre los puertos.

 
 Portolano atribuido a Pietro Vesconte, Italia. 1325

Se llamó a estos mapas cartas portulanas o portulanos. Su atención se centra en las rutas marítimas de navegación, en los detalles del litoral y el relieve costero, en los cursos bajos de los ríos -especialmente en sus tramos navegables-, en las mareas y en los vientos. Las primeras cartas portulanas aparecen en Génova, Venecia y Palma de Mallorca, y estos continuarían siendo los principales centros de producción cartográfica durante los dos siglos siguientes.
 
 Portolano de Angelino Dulcert. Primero conocido de la Escuela Mallorquina. 1335

En su origen la carta portulana tiene carácter empírico y el objetivo de ser útil a la navegación. Es una finalidad con pocas exigencias gráficas, solo requiere del estudio meticuloso de las costas y una cuidada representación de las mareas y los vientos. Estas exigencias se concretan en pocos elementos esenciales: la toponimia, la orientación y trazado de los rumbos.

La toponimia se centraba en los nombres de puertos y ciudades costeras y era abundantísima en toda la costa mediterránea y en el Mar Negro. Los nombres de los lugares están escritos en perpendicular a la línea de la costa, de tal manera que casi parece que la dibujan. Es frecuente que en una misma carta los nombres de los lugares reseñados procedan de distintas lenguas, pues eran muchos los navegantes que aportaban los datos necesarios para su elaboración.
 Ejemplos de la distribución de los topónimos en el mapa.
La orientación de las cartas portulanas se hace respecto al norte magnético, que es la dirección que indica la aguja imantada de la brújula. Esto significa que el NORTE está en la parte superior del mapa. Hoy esto puede parecernos una obviedad, pero con anterioridad a este tipo de mapas, la interpretación religiosa del mundo forzaba a "orientar" respecto al oriente, es decir, con el ESTE –el Paraíso Terrenal- situado en la zona superior de las cartas. Los cartógrafos árabes, por su parte, ubicaban el SUR en la parte de arriba de sus pergaminos; era mapas "sureados".

1413, Macià de Viladestes. Escuela mallorquina

Los rumbos de los vientos se trazaban en atención a los cuatro puntos cardinales y sus puntos intermedios; cada uno de los ocho vientos principales tenía su propio nombre y, dependiendo de la complicación de la carta, se señalaban los 16 medios vientos o los 32 cuartos de viento indicadores de los rumbos. Antes del mapamundi de los Cresques, no se dibujaba la rosa de los vientos, sino muchos puntos en el mapa de los que partían trazos que se imbricaban entre sí dibujando una enmarañada tela de araña que los navegantes podían interpretar.

Trazado de los rumbos en el mapa. Escuela italiana. 1350

Durante el siglo XIV hay dos tipos bien diferenciados de cartas portulanas. El primero de ellos y más habitual -el más sobrio y estrictamente náutico-, lo desarrollan las escuelas cartográficas italianas; el otro, que es mucho más historiado, lo inicia la escuela catalano-mallorquina y viene a culminar en el Atlas Catalán de los Cresques.

LAS EXPLORACIONES GEOGRAFICASE

Exploración geográfica es la actividad de viajar con el propósito de descubrir, sean pueblos o espacios desconocidos, vías de comunicación, rutas de comercio, bases estratégicas, esclavos o recursos naturales (tierras fértiles, minerales metálicos o energéticos, de uso industrial o suntuario, etc.), por motivos económicos, militares, ideológicos o por el mero conocimiento.
La exploración geográfica ha existido desde los orígenes de la humanidad, incluso en grupos humanos prehistóricos: la salida de las distintas especies de homínidos de África y la llegada a los distintos continentes del Viejo Mundo, mientras que a Australia y a América únicamente llegó la especie humana actual. La población de las islas del Pacífico significó una continuada serie de migraciones marítimas en condiciones todavía no aclaradas por la investigación antropológica.
Las exploraciones geográficas en la Edad Antigua y en la Edad Media estuvieron dificultadas por límites tecnológicos, socioeconómicos, políticos e ideológicos. Muchas quedaron como empresas secretas u olvidadas (posible llegada de los vikingos desde Islandia y Groenlandia hasta las costas continentales de América -Vinland- o de los balleneros vascos a Terranova); aunque ciertamente hubo algunas que incluso llegaron a registrarse documentalmente (viajes de Marco Polo hacia oriente o de Zheng He hacia occidente).
La cumbre de la exploración geográfica se alcanzó durante la Era de los descubrimientos (siglos XV-XVI), cuando los navegantes de los primeros estados-nación de Europa Occidental (Portugal, España, Inglaterra, Francia -conformados como monarquías autoritarias del Antiguo Régimen-), tras adquirir los rudimentos tecnológicos que lo permitieron (brújula, observación astronómica, nuevos diseños navales -la nao, la carabela, el galeón- armas de fuego),1 se lanzaron a viajes transoceánicos que les llevaron a la circunnavegación de África (Bartolomé Díaz), el descubrimiento de América (Cristóbal Colón), la primera vuelta al mundo (Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano), la colonización europea de América, etc.
Fue muy estrecha la relación de estos descubrimientos y exploraciones geográficas con los movimientos culturales e intelectuales contemporáneos (renacimiento, humanismo, revolución científica)2 y con las transformaciones socioeconómicas que se estaban desarrollando simultáneamente (transición del feudalismo al capitalismo).3
En la época del imperialismo (siglo XIX), la formación de sociedades geográficas como soporte intelectual de la tarea colonizadora fue muy importante, especialmente para los casos británico, francés, belga o estadounidense; ya con las nuevas condiciones socioeconómicas impuestas por la revolución industrial.
Los desafíos de la exploración geográfica en el siglo XX fueron las expediciones polares (Robert Peary, 1909; Robert Falcon Scott y Roald Amundsen, 1912), el ascenso a las más altas montañas (al Everest por Edmund Hillary, 1953) y la exploración submarina (Jacques Cousteau -pionero del submarinismo-, Jacques Piccard -descenso a la fosa de las Marianas, 1960-


 MI COMENTARIO: Yo opini es es algo muy facinante por que es algo clasico al realisar un viaje asi de esa manera y al fabuloso en contrarse en un  lugar asi 

jueves, 11 de abril de 2013

Nuestro pasado indígena

Un paisaje irreconocible
Se presume que la presencia del "homo sapiens" en la cuenca del Río de la Plata tiene una antigüedad de diez o doce mil años. Los contemporáneos de estos primeros habitantes fueron mamíferos enormes ya desaparecidos, como el gliptodonte -especie de armadillo gigante-, el tigre "dientes de sable" o el perezoso, y raros ejemplares de equinos y cérvidos. De ellos habrían adquirido su alimento y su abrigo aquellas poblaciones, mediante rudimentarios instrumentos líticos. En ese entonces, las márgenes del Río de la Plata estaban próximas, permitiendo el trasiego de hombres y animales a uno y otro lado del río. Hacía más frío y el paisaje era más árido que el actual. Unos seis o siete mil años atrás comenzó a procesarse un cambio climático a consecuencia del cual crecieron ríos y arroyos, en algunos casos hasta cinco metros por encima del nivel del presente. El clima se tornó húmedo y la vegetación más abundante. Hace aproximadamente dos mil años, se estabilizaron las aguas y el paisaje cobró el aspecto que mantiene hasta hoy.
Los pioneros
Los antiguos pobladores de esta zona procedieron, probablemente, de un centro de difusión ubicado en alguna parte de la selva amazónica. Durante miles de años se habrían dispersado por el continente y en el caso de la cuenca platense, habrían bajado por los grandes cauces del Paraná y el Uruguay, donde se encontraron las huellas arqueológicas más antiguas. Ellas muestran el uso de instrumentos de piedra tallada y pulida, para la caza y procesamiento de venados, carpinchos o ñandúes, y otros útiles de piedra o hueso para la pesca en ríos y lagunas. También fueron halladas armas arrojadizas, como boleadoras, proyectiles y puntas de lanza, así como morteros y mazos "rompecabezas". Ha sido posible distinguir áreas especializadas en sus asentamientos dedicadas al trabajo de la piedra, la cocción de alimentos o la producción de fuego. Petroglifos de unos cuatro mil años de antigüedad y pictoglifos de unos dos mil, han sido atribuidos a estos grupos y abundan en el interior del país.


Los constructores de "cerritos"
Una amplia región que comprende el sur de Brasil, el litoral atlántico del Uruguay y cercanías de la pampa argentina, presenta una constelación de curiosas construcciones que han sido denominadas "cerritos de indios". Corresponden a poblaciones semisedentarias. Dichos cerritos no son otra cosa que tumbas, montículos artificiales en los que se enterraba en sucesivas capas a los muertos, frecuentemente rodeados de sus enseres. En ellos se han encontrado esqueletos fósiles de entre 800 y 3.000 años de antigüedad.


Los alfareros del litoral
En el litoral oeste y al norte, sobre las márgenes del río Uruguay, hay testimonios de asentamientos estables desde hace aproximadamente dos mil o tres mil años. Estos grupos, usufructuarios de los ricos recursos de la mesopotamia entre el Paraná y el Uruguay, produjeron una cerámica rudimentaria. Vasijas cocidas a fuego abierto fueron usadas para la preparación o almacenamiento de alimentos y el transporte de líquidos.
Sus herederos, hace unos mil ochocientos años, incorporaron elementos simbólicos a la decoración de estas vasijas, a las que en ocasiones dieron forma de animales.

Los andariegos
Las vastas praderas entre el litoral oceánico y el río Uruguay eran una "tierra de nadie", o mejor dicho, campo abierto a los grupos nómades que se desplazaban continuamente. Tal vez los numerosos pictoglifos hallados en esas zonas sean "marcas" de territorios defendidos o pretendidos, a modo de fronteras, entre los distintos grupos indígenas.